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Nutri-Score: la ciencia para desmitificar las fake news

El 31 de octubre de 2017, los ministros de Sanidad, Agricultura y Economía y Finanzas firmaron el decreto interministerial que reconoce el Nutri-Score como el logotipo de información nutricional recomendado por las autoridades francesas para ser colocado en la cara delantera de los envases de los alimentos (de forma voluntaria debido a la normativa europea). La firma de este decreto que formaliza la adopción de este logotipo de colores con 5 clases de calidad nutricional, que van del verde (asociado a la letra A) para el más favorable al naranja oscura (asociado a la letra E) para el menos favorable, fue el epílogo de una larga batalla que duró casi 4 años, durante la cual poderosos grupos de presión hicieron todo (o casi todo) para bloquear y retrasar la aplicación de esta herramienta de salud pública basada en la ciencia.

La introducción de la Nutri-Score estaba (y sigue estando) plenamente justificada por:

– los grandes retos de salud pública vinculados a la nutrición, en particular el reconocimiento del importante papel de los factores nutricionales en el desarrollo de numerosas enfermedades crónicas con un coste humano, social y económico importante: obesidad, cánceres, enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial,…

– la voluntad de los científicos especializados en este ámbito y de las autoridades de salud pública de establecer medidas que permitan a los consumidores orientar sus opciones hacia alimentos de mejor calidad nutricional, al tiempo que impulsan a los industriales a mejorar la calidad nutricional de los alimentos que ponen a disposición de los consumidores mediante la reformulación de los productos existentes o la innovación.

Si Nutri-Score parece una idea simple (pero no simplista como quieren hacer creer los grupos de presión que se oponen a él) y de sentido común (proporcionar a los consumidores la transparencia sobre la calidad nutricional de los alimentos puestos a su disposición), las bases científicas en las que se apoya son extremadamente sólidas.

Una herramienta de salud pública basada en la ciencia

La idea básica de Nutri-Score es simple: traducir los datos incomprensibles y a menudo ilegibles que figuran en la tabla de composición nutricional situado en la parte posterior de los envases (obligatoria por una normativa europea votada en 2011) en forma de un logotipo de colores sintético fácilmente visible e interpretable en la parte delantera de los envases y así comprensible para todos (1). Su finalidad es ofrecer a los consumidores una transparencia real sobre la calidad nutricional global de los alimentos envasados, permitiéndoles, en los pocos segundos del acto de compra, reconocer y comparar la calidad nutricional de los alimentos y orientar sus opciones hacia alternativas de mejor calidad nutricional. En la práctica, Nutri-Score permite diferenciar la calidad nutricional de los mercado o en estantes alimentos destinados a un mismo uso y que se encuentran a menudo en la misma sección del supermercado (por ejemplo, los platos compuestos, los alimentos consumidos como postre o en el desayuno, las diferentes bebidas,…), o dentro de un mismo grupo, entre diversos alimentos (por ejemplo, entre diferentes cereales para el desayuno, entre diferentes aceites vegetales,…) o incluso entre alimentos del mismo tipo pero de marcas diferentes (Figura 1).

Figure 1

1. Uso del Nutri-Score para ayudar a los consumidores a comparar la calidad nutricional de los alimentos relevantes para ser comparados entre ellos

El interés del Nutri-Score y su superioridad con respecto a otros logotipos nutricionales existentes o propuestos por grupos de presión han sido ampliamente demostrados en más de 60 estudios científicos publicados en revistas científicas internacionales que validan la puntuación utilizada para su cálculo, así como la eficacia de su formato gráfico y, en particular, su superioridad con respecto a los demás logotipos (2,3).

Diferentes estudios (4-6) han demostrado que la puntuación subyacente al Nutri-Score permite 1) clasificar los alimentos en 5 categorías coherentes con las recomendaciones dietéticas y 2) visualizar la gran variabilidad en la calidad nutricional de los alimentos, ya sea entre grupos de alimentos, entre alimentos de una misma familia y para un mismo alimento entre marcas.

Aparte de su capacidad para clasificar correctamente los alimentos, el interés de salud pública del algoritmo subyacente al Nutri-Score reposa en la evidencia de su asociación prospectiva con el riesgo de enfermedades crónicas. Varios estudios (7-14) realizados en el marco de grandes estudios de cohorte en Francia (SU.VI.MAX, NutriNet-Salud), España (SUN, ERICA) y Europa (EPIC con más de 500.000 participantes en 10 países europeos) sobre grandes poblaciones y con un seguimiento de muchos años (entre 6 y 17 años), han demostrado que los individuos que consumen alimentos menos bien clasificados en la escala Nutri-Score presentaban un riesgo superior de desarrollar cáncer, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico o aumento excesivo de peso.

En cuanto al formato gráfico, numerosos estudios (15-17) han permitido evaluar la percepción y la comprensión objetiva del Nutri-Score, en comparación con otros logotipos actualmente utilizados en el mundo o propuestos por diferentes actores económicos. El logotipo de colores con 5 clases se percibe como el más fácil de identificar y comprender, independientemente del nivel socioeconómico de la población considerada. Es el que ofrece los mejores resultados, en particular aumenta, de manera importante (más de veinte veces con respecto a la situación sin logotipo), la capacidad de clasificar correctamente los productos según su calidad nutricional, en comparación con la situación sin logotipo, en poblaciones con los niveles más bajos de conocimientos en materia de nutrición.

Además, varios estudios han evaluado el uso de logotipos nutricionales sobre las compras. Un estudio aleatorizado examinó el impacto de los diferentes logotipos en la calidad nutricional de la cesta de la compra, en un marco similar a un sitio web de compras en línea (18).  La presencia del logotipo de 5 colores en la parte frontal de los envases se asocia a una mejora significativa en la calidad nutricional de la cesta de la compra en comparación con los otros logotipos estudiados y con la situación de referencia sin logotipo. También se observó en poblaciones vulnerables que la exposición al Nutri-Score se acompañaba de una sustitución de alimentos a favor de productos frescos o poco procesados (frutas y hortalizas, carnes frescas (19). Un punto importante de los resultados de estos estudios es el hecho que Nutri-Score es también el más eficaz entre los subgrupos de población basados en el sexo, la edad, el nivel de estudio, los ingresos, el índice de masa corporal y el nivel de conocimiento en nutrición.

Un estudio «a gran escala en condiciones reales» » desarrollado en 2016 comparó el efecto del Nutri-Score con el de otros 3 logotipos en 60 supermercados (10 por logotipo estudiado y 20 controles sin logo) durante un período de 10 semanas (20,21); se recogieron más de 1,7 millones de recibos de caja. Este estudio concluyó a una eficacia global del Nutri-Score superior con respecto a los otros logotipos examinados lo que permitió una mejora significativa, del orden del 4%, de la calidad nutricional de la cesta de compra para los productos de las secciones de supermercado etiquetadas. Esta ventaja de Nutri-Score fue superior en los consumidores que compran los productos más baratos.

Este resultado también fue confirmado por un ensayo de intervención realizado sobre 809 sujetos, estudiando el Nutri-Score y otros 4 logotipos en condiciones reales de compra y utilizando métodos de economía experimental (22).  Nutri-Score genera una mejora de la calidad nutricional media de la cesta de la compra de los participantes del 9,3%, mientras que las mejoras varían entre 2,9 y 6,6%, para los demás logotipos. Hay que destacar también que Nutri-Score es más eficaz en las poblaciones con menores ingresos.

Se realizó un estudio para evaluar el impacto del Nutri-Score en la elección del tamaño de las porciones seleccionadas, en comparación con un logotipo calculado sobre la base (arbitraria) de porciones, el Evolved Nutrition Label (ENL, propuesto el Big 6 (consorcio de 6 industrias: Coca-Cola, PepsiCo, Mars, Mondelez, Nestlé, Unilever) (23). Nutri-Score fue eficaz para reducir el tamaño de las porciones seleccionadas por los consumidores para productos de baja calidad nutricional (pastas para untar, galletas y quesos) mientras que el logotipo calculado por porción induce a error a los consumidores y tendería a aumentar el tamaño de la porción elegida para alguno de los alimentos evaluados.

Por último,  se realizaron estudios en 13 países europeos y 7 países no europeos (24-28) sobre la comprensión objetiva de 5 logotipos nutricionales para conocer si Nutri-Score es extrapolable a otros contextos que Francia. Estos estudios mostraron que Nutri-Score obtiene en todos los países la mejor eficiencia para permitir a los consumidores clasificar correctamente los productos en función de su calidad nutricional.

En total, todos los estudios sobre Nutri-Score realizadas en múltiples contextos de estudio proporcionan resultados muy coherentes mostrando su eficacia en términos de impacto en el comportamiento de compra, pero también su superioridad en comparación con otras opciones de logotipos nutricionales.

Situación actual del Nutri-Score en Francia y Europa

Cuando Serge Hercberg (entonces presidente del PNNS=Programa Nacional Nutrición Salud) propuso en 2014 el logotipo frontal basado en colores en un informe entregado a la ministra de salud (Marisol Touraine), ninguna empresa apoyaba el Nutri-Score y todas lo condenaban. Seis empresas lo adoptaron finalmente cuando el decreto que lo oficializaba en Francia fue publicado en octubre de 2017, es decir, casi cuatro años después. Estos cuatro años fueron marcados por una dura batalla de los grupos de presión para bloquear su implementación. Y es gracias a la presión de los consumidores (más del 90 % de ellos lo apoyan y exigen que sea incluso obligatorio (29), gracias a los numerosos trabajos científicos que demuestran su utilidad y gracias ala voluntad de las autoridades de salud pública (Ministerio de Sanidad, Santé Publique France=Agencia Francesa de Salud Pública) que más de 870 marcas se han comprometido ya a implementar Nutri-Score en los envases de los alimentos que comercializan (30). Entre ellas figuran algunas firmas al inicio muy hostiles al Nutri-Score, como Nestlé que se opuso ferozmente durante años y que participó activamente en 2016 en el Big6 (con Coca-Cola, PepsiCo, Mars, Mondelez, Unilever) intentando imponer un logotipo alternativo a Nutri-Score (el ENL, calculado por porción ya que les convenía, por supuesto, a sus intereses…). Y fue solo en 2019 que Nestlé se doblegó a adoptarlo ante los resultados de los trabajos científicos y la fuerte demanda de los consumidores. Pero Nutri-Score sigue siendo combatido por numerosos grupos agroalimentarios como Coca-Cola, Mars, Mondelez, Unilever, Ferrero, Lactalis, Kraft… y poderosos sectores agrícolas como los de los embutidos y quesos. El hecho de que firmas como Danone y Nestlé hayan cedido y adoptado Nutri-Score cuando lucharon durante años debe ser considerado como una de las victorias de la Salud Pública. Y para obligar a las empresas que siguen luchando contra Nutri-Score y se niegan a añadirlo en sus productos, la única solución es hacerlo obligatoria en Europa. En los últimos meses, asociaciones de científicos, profesionales y actores de la salud, consumidores y pacientes de Francia y Europa han presentado varias peticiones en este sentido.

A pesar de la presión de los grupos de presión, Nutri-Score ha continuado su despliegue en Europa: después de Francia en 2017, fue adoptado oficialmente por Bélgica, España, Luxemburgo, Alemania, los Países-Bajas y Suiza, pero siempre de forma voluntaria debido a la normativa europea sobre información al consumidor votada en 2011 (bajo la presión ya de los grupos de presión) que no permite a los estados-miembros hacer obligatoria la implementación de un logotipo de información nutricional sintético en los envases de los alimentos. Pero hoy, la voluntad de la Comisión Europea de cambiar esta normativa en el marco de su Estrategia «Farm to fork» estableciendo un logotipo nutricional único y obligatorio para todos los países europeos de aquí a 2023 ha despertado repentinamente a los grupos de presión industriales que hasta ahora estaban satisfechos con el carácter facultativo del Nutri-Score que les ha permitido a aquellos que no querían implementarlo de no hacerlo. Se ha creado así un frente de opositores al Nutri-Score para impedir que Nutri-Score sea elegido como el logotipo obligatorio para Europa y tratan de crear la confusión allí donde ya ha sido adoptado de forma voluntaria. Encontramos  los grandes grupos agroalimentarios opuestos desde siempre como Ferrero, Mars, Mondelez, Coca-Cola, Kraft, Lactalis, General Mills… ; los sectores agrícolas, en particular los de los fabricantes de quesos y de embutidos, afiliados a la poderosa organización sindical y profesional europea COPA-COGECA; y un país -Italia- transformado en estado de lobby debido a la proximidad de su gobierno a poderosos actores del sector industrial agroalimentario (en particular Ferrero) y de algunos sectores agrícolas (como los de Parmesano, Gorgonzola, Prosciutto, Jamón de Parma, Jamón San Daniele…). En Francia, la Confederación General del Roquefort (con telón de fondo Lactalis, número 1 mundial de productos lácteos que comercializa el 70 % de los volúmenes de Roquefort) y otros sectores de producción de quesos y embutidos DOP/IGP también se han mostrado particularmente activos en el lobbying anti-Nutri-Score y han movilizado muchas fuerzas políticas (en particular, representantes electos de las zonas de producción) para impulsar la exención de sus productos del Nutri-Score. Por supuesto, una demanda que carece de fundamento tanto científicamente como en términos de salud pública.
Como es habitual en su modo de acción, los grupos de presión utilizan y hacen circular numerosas fake news (algunas antiguas, otras más nuevas) destinadas a desacreditar Nutri-Score. Estas fake news son a veces recuperadas por personas de buena fe que no conocen suficientemente la problemática de los logotipos nutricionales y a menudo por ciertos actores que defienden intereses económicos o a veces ideológicos. Por eso es importante desmitificar estas fake news… Varios artículos de este blog ya han sido publicados en este sentido, denunciando múltiples fake news utilizadas desde hace varios años (31,32). Nuevas fake news han aparecido más recientemente. A continuación se presentan algunos ejemplos y las respuestas de los científicos a ciertas de estas fake news.

Fake news para intentar desacreditar la herramienta de salud pública Nutri-Score

«Nutri-Score penaliza los alimentos tradicionales»

Un ejemplo de fake news ampliamente difundido en los medios de comunicación y en las redes sociales y a menudo reproducida por personalidades políticas por razones generalmente electoralistas, sería que Nutri-Score «penalizaría» los alimentos tradicionales. Pero en realidad, Nutri-Score no hace más que tener en cuenta la composición nutricional de los alimentos, ya sean tradicionales, presentando etiquetas (DOP/IGP, Bio, Label rouge,…) o no. Razón por la cual encontramos alimentos tradicionales con una denominación de origen que tienen una composición favorable por lo que se clasifican en A por Nutri-Score, como las lentejas de Puy, las manzanas del Lemosín, el arroz de La Camarga, los mogoles de Vendée o las nueces de Grenoble… Según un estudio reciente de la asociación de consumidores UFC Que Choisir, el 62 % de los alimentos tradicionales son en realidad clasificados Nutri-Score A, B o C contra el 38 % clasificados D y E (principalmente quesos y embutidos) (33).

Si los quesos o embutidos (DOP/IGP o no) se clasifican mayoritariamente Nutri-Score D o E, esto es por con su riqueza en grasas saturadas y sal. En cualquier caso, esto no indica en absoluto que no deban consumirse, pero el hecho de ser clasificados Nutri-Score D o E sirve para recordar a los consumidores que estos productos deben ser consumidos en cantidades limitadas (o con menor frecuencia) o deben lleva reequilibrarse en el resto de la comida o las comidas del día/semana.

Pero los opositores a Nutri-Score intentan aprovechar la imagen positiva que puede tener los alimentos tradicionales, que a menudo se perciben como productos de «buena calidad», para intentar desacreditar al Nutri-Score. Basándose en el hecho de que algunos de estos productos benefician de una etiqueta DOP/DOC o IGP, mantienen una confusión en torno al término de « calidad ». Estas apelaciones controladas reflejan, cierto, elementos positivos para los alimentos, como una producción virtuosa vinculada al territorio y a una localización geográfica determinada, una elaboración según un saber hacer a veces ancestral y un pliego de condiciones preciso; pero por muy importantes que sean estas características, no tienen nada que ver con la composición nutricional de estos productos.

Formar parte del patrimonio culinario, tener una denominación de origen DOP o IGP son elementos muy respetables que merecen ser valorizados. Pero las etiquetas DOP/IGP no integran en su definición y, por tanto, en su atribución, la noción de «calidad nutricional» (no es su función). Por lo tanto, no es correcto sugerir que el hecho de mostrar estas etiquetas daría a estos productos alimenticios una calidad nutricional que no tienen. Incluso con una etiqueta DOP o IGP, un Label Rouge, o el hecho de ser orgánico, los embutidos o los quesos ricos en ácidos grasos y sal y calorías siguen siendo ricos en ácidos grasos y sal y calorías. Formar parte del patrimonio gastronómico regional es sin duda muy respetable, pero no tiene nada que ver con tener una calidad nutricional favorable a la salud. Estos alimentos, como todos los demás, deben también mostrar su transparencia nutricional y no pueden quedar exentos de la implementación del Nutri-Score que debe considerarse como complemento de las denominaciones de origen que reflejan otras calidades de los productos. La implementación y la visualización del Nutri-Score, junto a las denominaciones de origen, es totalmente coherente con el concepto de «consumir menos pero mejor»… Con un mismo presupuesto, si finalmente hay que limitar su consumo como indica Nutri-Score, estas otras apelaciones permiten orientar la selección en esta gama de productos hacia productos cualitativos, locales, artesanales. Por supuesto, nada impide comunicar que, entre los quesos, es interesante privilegiar a los que son DOP o IGP con respecto a los que no lo son, pero no ocultando la realidad de su composición nutricional: consumir menos pero mejor.

Pero, ¿quién se esconde detrás de la imagen positiva y simpática de estos productos percibidos como tradicionales? Si analizamos específicamente la producción de Roquefort (y esto es cierto para muchos quesos DOP/IGP), encontramos de hecho, poderosas multinacionales como Lactalis (no 1 mundial de los productos lácteos) y Savencia (5° grupo mundial). Lactalis posee por sí solo el 70 % de la producción de Roquefort y de muchos otros quesos, controla la mitad de las DOP francesas y también comercializa cremas de postre, mantequilla, nata fresca, todos productos clasificados casi siempre D y E por Nutri-Score. Savencia, junto a su amplia gama de quesos, entre ellos varios DOP (Maroilles, Roquefort, Epoisses), produce también embutidos y chocolate (también D y E). Detrás de la imagen de los pequeños productores locales y de los ganaderos de ovejas que destacan en su comunicación contra la Nutri-Score, se esconden grandes grupos agroalimentarios que defienden ante todo sus propios intereses financieros. Así, atacar al Nutri-Score para supuestamente defender los quesos DOP, es en realidad un caballo de Troya que Lactalis y los demás industriales avanzan para intentar bloquear o desnaturalizar el Nutri-Score. Por otra parte y paralelamente, Lactalis lleva a cabo otra operación de desestabilización de Nutri-Score proponiendo para sus otros productos no DOP, su propio logotipo casero «Es el plato que cuenta», evidentemente favorable a sus productos.

Diversos partidos políticos en Europa (en particular los de extrema derecha, nacionalistas y populistas) no dudan en explotar el patriotismo alimentario y culinario como medio de tratar de aumentar su atractivo entre la población, describiendo el Nutri-Score como una amenaza (que a veces se menciona incluso como procedente de la Comisión Europea) al oponerse a las prácticas culturales nacionales o regionales. Incluso, en Italia, organizaron manifestaciones callejeras para mostrar su oposición a Nutri-Score, que no es más que una herramienta de salud pública, en nombre de la llamada defensa de los productos nacionales o regionales presentados como injustamente atacados… ¡Esto no tiene nada que ver con la ciencia y la salud pública!

«Nutri-Score no toma en cuenta el ultra-procesamiento, los aditivos,…»

Entre los otros falsos argumentos esgrimidos por los opositores a Nutri-Score se encuentra a menudo el hecho de que no incluye en su cálculo el grado de ultra-procesamiento (y la presencia de los aditivos asociados). De hecho, el ultra-procesamiento y la composición nutricional son dos dimensiones de los alimentos diferentes que tienen, cada una, la capacidad de afectar a la salud de las personas a través de diferentes mecanismos. Al igual que todos los demás logotipos nutricionales existentes, Nutri-Score solo informa sobre la composición/calidad nutricional de los alimentos, y no integra en su cálculo las demás dimensiones salud de los alimentos: ultra-procesamiento, presencia de aditivos, compuestos neoformados o residuos de plaguicidas. Por importantes que sean estas dimensiones no están integradas en ningún logotipo nutricional en el mundo, ya que no es posible incorporadas en el cálculo de un único indicador y, por tanto, agregarlas en un mismo logotipo. Por tanto, no se puede (desgraciadamente) pedir a un logotipo nutricional que integre todas estas diferentes dimensiones.

Por supuesto, sintetizar todas las dimensiones de salud de los alimentos a través de un indicador único y fiable, que pudiera predecir globalmente el riesgo para la salud sería el sueño de cualquier científico en el campo de la nutrición de Salud Pública. Pero no es casualidad, y ciertamente no por incompetencia, que ningún equipo de investigación en el mundo, ninguna estructura de salud pública, ningún comité de expertos nacional o internacional, ni siquiera la OMS haya podido concebir tal indicador sintético.

Hay que aceptar un límite de los logotipos nutricionales. La noción de alimentos ultraprocesados es una información importante que debe ser objeto de una comunicación específica complementaria a la de los logotipos nutricionales que sólo informan sobre la dimensión nutricional. Por lo que hay que aceptar que se aporte a los consumidores, de forma gráfica y separada, información adicional sobre las diferentes dimensiones salud de los alimentos (Nutri-Score, alimentos ultraprocesados, alimentos ecológicos) acompañada con una comunicación adaptada.

Los trabajos epidemiológicos confirman la importancia de cada una de estas dimensiones en el desarrollo de las enfermedades crónicas que actúan independientemente unas de otras. Aunque Nutri-Score solo se centra en la información nutricional de los consumidores, esto ya representa mucho en términos de salud pública, como lo muestran los estudios de cohorte prospectivos (ciertos con más de 500.000 personas con un seguimiento de más de 15 años), que muestran a nivel individual que comer alimentos bien clasificados por Nutri-score está asociado a una menor mortalidad y a un menor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas: cáncer, enfermedades cardiovasculares, obesidad,… En varios estudios se ha demostrado que el efecto nocivo de los alimentos ultraprocesados sigue siendo significativo, incluso después de un ajuste sobre la calidad nutricional de la alimentación. A su vez, el efecto del componente nutricional es también independiente del nivel de transformación/ultra-transformación: en el marco de la cohorte NutriNet-Salud, las asociaciones entre la puntuación subyacente al Nutri-Score y el riesgo de cáncer siguen siendo siempre significativas después de ajustar sobre la parte de alimentos ultraprocesados en la dieta. Asimismo, en estudios sobre el papel de los plaguicidas, incluso cuando se toma en cuenta la calidad nutricional de la dieta las asociaciones persisten.

Así que en total, está claro que la composición nutricional y el nivel de ultra-procesamiento pueden impactar, cada uno de forma independiente, el riesgo de enfermedades crónicas a través de mecanismos específicos diferentes y probablemente complementarios.

Estas distintas dimensiones, si no pueden combinarse en el mismo algoritmo, pueden asociarse de forma gráfica. Esto es posible, aunque todavía quedan puntos prácticos por resolver, añadiendo al  Nutri-Score un reborde negro para los alimentos ultraprocesados y haciendo figurar, para los alimentos ecológicos, el logo oficial correspondiente.              

Evidentemente, dar a entender que Nutri-Score favorece los productos ultraprocesados y, en definitiva, perjudicaría la salud ¡esto es totalmente de la desinformación!

«Nutri-Score no integra todos los nutrientes de interés contenidos en los alimentos: vitaminas,  minerales, polifenoles, azúcares libres, tipos de ácidos grasos… »

Un logotipo nutricional no puede integrar todos los nutrientes de interés contenidos en los alimentos: vitaminas, minerales, polifenoles, azúcares libres, tipos de ácidos grasos… Como Nutri-Score, ningún logotipo nutricional en el mundo toma en cuenta estos elementos. Hay una razón práctica obvia: los datos sobre la composición de los alimentos en vitaminas, minerales, polifenoles, azúcares libres, tipo de ácidos grasos,… no están disponibles porque estos elementos no forman parte de la declaración nutricional obligatoria de la normativa europea (Reglamento INCO aprobado en 2011). La imposibilidad de acceder a estos datos impide la capacidad de integrarlos en el desarrollo de cualquier logotipo nutricional. Es increíble reprochar a Nutri-Score lo que no se reprocha al etiquetado nutricional obligatorio ni a los demás logotipos nutricionales existentes…

Pero uno de los intereses de Nutri-Score, a diferencia de otros logotipos nutricionales (a excepción del HSR australiano/neozelandés) es que su algoritmo de cálculo toma en cuenta no solo las calorías, el azúcar, las grasas saturadas y la sal, incorpora además otros elementos positivos, como el porcentaje de frutas y hortalizas del alimento. Por otra parte, sabemos  que las frutas y hortalizas son un excelente reflejo, un «proxy» de la ingesta de ciertas vitaminas (como la vitamina C y el beta-caroteno) e incluye también las proteínas que constituyen un excelente proxy para ciertos minerales (como el calcio y el hierro)… Se han realizado numerosos estudios para justificar los nutrientes o elementos retenidos en su algoritmo (teniendo en cuenta su impacto potencial en la salud) y en particular estudios de sensibilidad desarrollados por los equipos de Oxford (34,35) que desarrollaron la puntuación FSA (Food Standard Agency) inicial que permitieron limitar su número en el cálculo del algoritmo. Así que a través de sus sustitutos (sus «proxys»), el algoritmo toma en cuenta muchos más elementos que la lista que se muestra para su cálculo.

 « Nutri-Score está calculado por 100g et non por porción»

Otro argumento esgrimido por los grupos de presión para desacreditar Nutri-Score, muy  a menudo encontrado en el discurso de los lobbys, es el hecho de que se calcula por 100g cuando no se come 100g de queso, 100g de salchichón, 100g de mayonesa o 100g de pasta para untar… En realidad esta elección se explica por el hecho de que los datos sobre la composición nutricional de los alimentos accesibles y por lo tanto utilizables para construir un logotipo nutricional (cualquiera que sea) son los que figuran en la tabla nutricional obligatoria que figura en la cara posterior de los envases, definidos por la normativa europea.  Estos datos se presentan siempre por 100g (o 100 ml) de producto. Si no se expresan por porción, es porque definir tamaños de porción es imposible para los alimentos específicos ya que deberían adaptarse en función de las necesidades energéticas que sabemos que varían en función de la edad, del sexo, del período de crecimiento para los niños, del embarazo, de la actividad física,… Debido a que los tamaños de las porciones no están estandarizados, cuando los fabricantes los añaden en la tabla de nutrición junto a los datos para 100g, son ellos quienes los fijan y muy a menudo los definen muy por debajo de las porciones realmente consumidas. Esto conlleva un riesgo de manipulación: basta con que los industriales fijen tamaños de porciones pequeños para reducir artificialmente a los ojos del consumidor las cantidades de grasa, azúcar o sal de la porción de sus productos. Lo mismo ocurre con los fabricantes de cereales para el desayuno que sugieren porciones de 30g, mientras que se sabe que la mayoría de los adolescentes consumen 60 u 80 g por porción, para los quesos los pocos fabricantes que muestran una porción, proponen por lo general 30g, mientras que en la realidad, sobre todo entre los grandes amantes del queso, las porciones son mucho más importantes.

Para comparar productos entre sí, es necesario referirse a un valor de referencia. Por ejemplo, cuando se comparan los precios de los productos alimenticios, se hace referencia sistemáticamente al precio por kilo, precisamente para evitar las incertidumbres relacionadas con el peso del producto. Aunque no se consuma sistemáticamente 1 kg de un producto… Cuando se hace referencia a la calidad nutricional, la consideración de una cantidad estándar, como 100g, es la mejor opción que permite una comparación válida entre los alimentos sin inducir a error de estimación. Este denominador común permite comparar 100 ml de aceite de oliva a 100 ml de otro aceite; 100g de cereales de desayuno a 100g de otros cereales; 100g de una pizza a 100g de otra pizza; 100 g de Emmenthal, a 100g de Maroilles, de Roquefort o de Mozzarella…

« Las comparaciones ilegítimas de alimentos, por ejemplo el aceite de oliva está peor clasificado que los cereales para el desayuno pese a que  el aceite de oliva es saludable y que los cereales para el desayuno poco saludables… ¡Lo mismo ocurre con las patatas fritas y el salmón ahumado! »

Son fake-news muy difundida. De hecho, hay que tener en cuenta que la finalidad de un logotipo nutricional como Nutri-Score no es clasificar los alimentos en «alimentos saludables» o «alimentos nocivos» en valor absoluto, como lo haría un logotipo binario (bien vs mal). Tal finalidad para un logotipo nutricional seguiría siendo totalmente discutible, ya que esta propiedad está relacionada con la cantidad del alimento consumida y la frecuencia de su consumo, pero también con el equilibrio alimentario global de los individuos (el equilibrio nutricional en  una sola ingesta alimentaria, ni siquiera en una comida o en un día…). Estas nociones complejas no pueden, por supuesto, ser resumidas por un logotipo nutricional atribuido a un producto específico de una marca dada…

La finalidad de Nutri-Score es proporcionar a los consumidores una información, en valor relativo, que les permita, de un vistazo, poder comparar la calidad nutricional de los alimentos, lo que ya es muy importante para orientar sus selecciones en el momento de la compra. Pero esta comparación sólo tiene interés si es pertinente, sobre todo si se refiere a alimentos que el consumidor esta confrontado a comparar en la vida real (en el momento de su acto de compra o de su consumo). El consumidor no elige entre cereales de desayuno y aceite de oliva en el momento de comprar o consumir alimentos. Es muy improbable que el consumidor considere el consumo de aceite de oliva para su desayuno o condimentar su ensalada con cereales de desayuno… En la práctica, el consumidor necesita poder comparar la calidad nutricional de los alimentos que tienen una relevancia sustitutiva en su consumo (y a menudo están en los mismos estantes de supermercados o en secciones cercanas). Como se evocó anteriormente, si desea elegir los elementos para su desayuno, es importante, como se explica en la Figura 1, que pueda comparar alimentos de diferentes categorías pero consumidos en esa ocasión, por ejemplo, pan de molde, bollería, cereales de desayuno o galletas. Y por supuesto tener acceso a la transparencia sobre la calidad nutricional dentro de las grandes categorías o en función de las marcas, para poder así comparar diferentes cereales de desayuno, o las diferentes galletas industriales o los panes de molde en función de las marcas… entre ellos.

Dependiendo del tipo de cereales de desayuno existe una gran variabilidad de calidad nutricional, gracias al Nutri-Score ven que puede ir de A a E según el tipo de cereales (lo mismo ocurre con cereales equivalentes pero de marcas diferentes). Y si el consumidor desea elegir una grasa añadida, comparará los aceites entre ellos (o posiblemente con la mantequilla) y verá que los aceites de oliva y de colza están posicionados en la escala de Nutri-Score en la mejor clase posible para las materias grasas añadidas y que no hay alternativa posicionada A o B (no hay que olvidar que los aceites, incluso los de oliva o de colza, contienen 100% de materias grasas).

FIgure 2

Otro elemento de engaño subyacente de este tipo de comparaciones irrelevantes se basa en el hecho de que juegan con estereotipos en términos de creencia o de percepción de los alimentos. La imagen de las patatas fritas (a menudo asociada a los fast-foods) está más bien percibida como negativa sobre el plano nutricional en la creencia popular, mientras que la de los alimentos «tradicionales» como el Roquefort, el jamón Serrano o las sardinas (al igual que el salmón ahumado) gozan de una percepción más bien favorable.  Pero basta con mirar la etiqueta del alimento para darse cuenta de la realidad de la composición nutricional. Es totalmente normal que el Roquefort o el jamón Serrano sean clasificados E, dada su riqueza en grasas saturadas y en sal. Del mismo modo que el salmón ahumado, ampliamente utilizado para criticar el Nutri-Score, sea clasificado D es totalmente «normal» debido a su alto contenido en sal (2,5 a 3,5 g de sal por 100g), a diferencia del salmón fresco que está clasificado A y esto nunca lo explican en los mensajes que meten en tela de juicio la clasificación del salmón ahumado por Nutri-Score.

Los comentarios hechos en las fake-news sobre las patatas fritas son al límite de lo irracional (la imagen negativa de las patatas fritas ligada a los fast-foods) y, una vez más, a la incomprensión de cómo se establece un logotipo nutricional y cuál puede ser su papel. En efecto, por definición, el Nutri-Score (como todos los demás logotipos nutricionales) no es más que una traducción de los valores nutricionales declarados en la tabla nutricional posicionada en la parte posterior del paquete, que se refiere a los alimentos tal como se venden. Se pide al fabricante transparencia sobre el producto que se comercializa, pero este no puede tener en cuenta y/o anticipar la variabilidad de los modos de preparación, utilización o consumo de su producto.

Para las patatas fritas congeladas como son posibles varios modos de cocción, en este caso la utilización de una receta estandarizada sería reductora en comparación con los patrones de consumo constatados en la población. La cocción en el horno de las patatas precocinadas congeladas (generalmente clasificadas B por Nutri-Score) no tiene impacto en la composición nutricional y en este caso el Nutri-Score no cambia después de la cocción (continua B). En cambio, las patatas fritas congeladas (sin pre-cocción) clasificadas mayoritariamente A por Nutri-Score (son simplemente patatas peladas y cortadas), la información del método de cocción se da en los envases y recomienda una cocción en freidora. En estas condiciones, el Nutri-Score pasará, según el aceite utilizado (más o menos rico en ácidos grasos saturados) a B o como máximo a C. La adición de sal posteriormente también puede afectar a la nota, pero esto no puede ser anticipado al comprar el producto.

No obstante, es necesario, en el marco exclusivo de los alimentos que no pueden consumirse tal como se compran (como las patatas fritas congeladas no precocinadas) y para los cuales se da en el envase un método de cocción específico y detallado que puede impactar el Nutri-Score, que el fabricante alerte a los consumidores de la modificación inducida en el Nutri-Score dando 1) el Nutri-Score del producto tal como se vende (correspondiente a los elementos que figuran en la tabla nutricional) y 2) una mención de la puntuación final, dando la letra de Nutri-Score obtenida por el producto después de la cocción según el modo recomendado  de cocción en el envase (para las patatas fritas la modificación comporta pasar a una clase superior del Nutri-Score después de pasar por freidora).

Existen, de hecho, muchas otras fake-news difundidas por los grupos de presión, algunas de las cuales son increíblemente fantasiosas o incluso conspirativas: Nutri-Score se opondría a la alimentación mediterránea, habría sido creado para penalizar los productos «made in Italy», sería el control de Europa sobre nuestros platos, creado por los grandes industriales para promover la junk food,… A pesar de lo absurdo de estos argumentos son a veces objeto de una instrumentalización política. Hemos ya aportado una serie de elementos de respuesta a estas fake-news analizando sus mecanismos en varios artículos publicados en este blog (31,32).

Pero está claro que Nutri-Score no es perfecto. Y no hay que esperar de Nutri-Score que, a él solo o cualquier otro logotipo nutricional, resuelva todos los problemas nutricionales a los que estamos confrontados hoy en día en Francia y en el mundo. Nutri-Score debe integrarse en el marco de una política nutricional de salud pública ambiciosa. Como todos los logotipos nutricionales, Nutri-Score tiene sus limitaciones (descritas anteriormente) y no puede ser 100% perfecto. Y aunque funciona bien, como lo demuestran los numerosos estudios científicos que lo validan, requiere, como estaba previsto cuando se puso en marcha, ser mejorado periódicamente en función del progreso de los conocimientos científicos y de la experiencia de su despliegue. Nutri-Score es una herramienta de salud pública que debe evolucionar con el tiempo. Su próxima actualización por un Comité Científico Europeo compuesto por investigadores independientes está prevista para el verano de 2022. ¡El trabajo emprendido y las mejoras sugeridas en el informe intermedio del Comité Científico Europeo encargado de la actualización del Nutri-Score (36) son muy prometedores para que Nutri-Score, que funciona ya muy bien, pueda ser aún más eficaz! Probablemente, las modificaciones elaboradas sobre bases puramente científicas no satisfarán a quienes, de hecho, critican ciertas clasificaciones de alimentos por Nutri-Score proyectando sus propias creencias o sus ideologías sobre cómo deberían clasificarse los alimentos. Ni los que exigen lo imposible pidiendo a Nutri-Score más de lo que puede aportar un logotipo nutricional.  De la misma manera, aquellos que esperan cambios en el algoritmo para responder a sus intereses económicos corporativos también corren el riesgo de ser decepcionados. Pero una vez más hay que recordar que Nutri-Score fue construido sobre una base científica. Fue validado científicamente. ¡Y es solamente la ciencia la que debe proponer y construir su actualización!

Conclusión

El temor a la obligación de tener que añadir  Nutri-Score en todos los alimentos en Europa ha hecho surgir un nuevo discurso de los opositores. Este discurso se basa en varias fake-news que se apoyan sobre creencias populares establecidas y que son utilizadas a su favor («los alimentos tradicionales son obligatoriamente favorables», «no se come 100g de los diferentes alimentos», «las patatas fritas son muy grasas», «el salmón ahumado es muy bueno para la salud»…). Pero sobre todo lo que resulta sorprendente hoy es que, más allá de las fake-news que contribuye a difundir, y el hecho que ignoran el apoyo al Nutri-Score de las asociaciones de consumidores (en particular del BEUC que agrupa a 43 asociaciones de consumidores europeas), el discurso de los grupos de presión y de quienes lo transmiten niega totalmente la importancia de la ciencia en la que se basa el Nutri-Score (en particular los numerosos estudios que han validado su algoritmo y demostrado su interés). Esta negación de la ciencia o su cuestionamiento (metiendo en tela de juicio los trabajos científicos que les molestan) es una de las estrategias habituales de los grupos de presión que tampoco respetan el hecho de que Nutri-Score cuenta con un amplio apoyo de la comunidad científica: 417 científicos europeos y 30 asociaciones de toda Europa representando a miles de expertos en nutrición, dietética, salud pública, educación para la salud, pediatría, cáncer, cardiología y muchas otras disciplinas que han firmado una tribuna pidiendo a la Comisión Europea que adopte el Nutri-Score como logotipo nutricional obligatorio para Europa (37), apoyándose en su justificación científica. El Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la OMS, basándose en los datos científicos disponibles, también destacó la superioridad del Nutri-Score sobre otros logotipos nutricionales y pidió su adopción en Europa (38). En Francia, 42 sociedades científicas y asociaciones de salud pública han declarado su apoyo al despliegue del Nutri-Score (39). Más de 1000 profesionales de la salud franceses han lanzado una tribuna para luchar contra el lobbying dirigido a desnaturalizar Nutri-Score (40).

Asistimos hoy, por parte de los detractores de Nutri-Score, a una negación total de la ciencia y de la opinión de los científicos. Peor aún, vemos que los grupos de presión económicos y sus enlaces políticos, sin competencia científica particular, se posicionan como nutricionistas y dar su opinión sobre puntos científicos para criticar Nutri-Score. Intervienen y juzgan de manera escandalosa sobre cuestiones que, evidentemente, los científicos ya se han planteado (sobre los alimentos ultraprocesados, los aditivos, las porciones, los elementos a integrar en el cálculo de un logotipo,…) y que han tomado decisiones basadas en la ciencia (¡es su profesión!), para construir y validar Nutri-Score.

SE constata que asistimos a una nueva forma de lobbying en la que los actores económicos y políticos se sustituyen sin complejo a los expertos en salud pública y dan su opinión sobre lo que debería ser o no un logotipo nutricional metiendo la duda las opciones de los científicos expertos en el tema cuando solo los datos científicos aportados por verdaderos expertos sin vínculos de interés financiero deberían ser los que guían las decisiones políticas en el ámbito de la salud pública… ¿Cuál será el peso de estos grupos de presión económicos y políticos en la decisión final de la UE con respecto a la obligación de implementar el Nutri-Score en Europa y, si no llegan a bloquear la decisión europea, llegaran a obtener una exención para determinados productos? ¡Dentro de unos meses podremos saber si las autoridades políticas de Francia y de Europa elegirán la salud pública o los intereses económicos! Mientras tanto, es indispensable desmitificar continuante estas fake-news cuya vocación es desacreditar una herramienta de salud pública que les molesta.

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8. Blog Nutri-Score : https://nutriscore.blog/2021/12/11/professionnels-de-sante-et-scientifiques-se-mobilisent-en-france-pour-defendre-nutri-score-face-aux-nouvelles-attaques-des-lobbys-economiques-et-politiques/

Un resumen de este texto ha sido publicado en la revista Revue du Praticien :
Démystifier les fake news concernant Nutri-Score. Hercberg S, Galan P, Kesse E, Deschasaux M, Srour B, Touvier B. Revue du Praticien, 72, 6, 599-604, juin 2022.